A pocas semanas de la ordenación diaconal de Marvin y Santín, ofrecemos dos entrevistas realizadas a ambos compañeros. En ellas nos hablan de sus estudios teológicos, de su vocación al ministerio sacerdotal y de sus quehaceres actuales :

1. Marvin: ¿Cómo has vivido este tiempo de estudios de teología?

Con mucha intensidad. Reconozco que al principio fui un poco escéptico ante la estructura de la Facultad. Me tocó un tiempo de cambios, de plan de estudios, de estructura académica; enfrentar algo nuevo es difícil. Pero después de este momento inicial le fui encontrando sentido a los cursos y me gustó mucho la teología. Lo bonito de la Universidad Javeriana es que te da espacio para que asumas tu responsabilidad en tu propia formación. Un tiempo muy bonito, de poder volver sobre mi propia historia, desde las lecturas, desde el Antiguo y el Nuevo Testamento. Porque creo que en el fondo la teología no es otra cosa que dar cuenta de tu propia experiencia de Dios en tu propia existencia. La teología para mí ha sido la experiencia de Dios en Marvin, y cuando digo Marvin es toda mi historia, desde mi infancia, mi ingreso a la Compañía y los años de formación. Creo que he tratado de vivirla con seriedad. Carlos me dijo una vez “la teología si no pasa por el corazón no es teología”. Creo que sabía lo que decía. La teología es un tiempo donde uno recoge mucho, de autores, de lecturas, pero a partir de ese recoger es posibilidad integración, desde tu propia vida. La teología para mí ha sido eso, un tiempo donde sentí un toque divino -digámoslo así- en mis limitaciones, desde ese amor de Dios. Ha sido un tiempo de reordenar, reconocer cosas y dar gracias a Dios. Y de darle contenido a mi vocación.

2. ¿Cómo viviste la experiencia de la Ordenación?

Gracias a Dios antes de la celebración tuve un tiempo para hacer Ejercicios y creo que allí fui capaz de volver sobre este último año, sobre mis infidelidades y sobre el amor manifestado. La ceremonia significó mucho para mí. La presencia de mi familia, de mis amigos jesuitas, de curas a quienes quiero mucho, de compañeros de camino que están conmigo, de compañeros que dejaron la Compañía y a quienes quiero mucho. La liturgia fue muy bonita. Uno siente que hay algo… el Espíritu de Dios aleteando. En la celebración lo sentí de una forma particular, sobre todo en las letanías. Pensé llorar mucho, pero creo que lloré lo necesario, fueron lágrimas de agradecimiento. Desde el inicio hasta le final no me cansé de agradecer. Por unos momentos, cuando el obispo me entregó el Evangelio, pedí mucho para ser profundamente consciente de lo que significa el ser diacono, para continuar prolongando ese amor recibido de Dios.

3. ¿Qué significado tiene para ti el diaconado? ¿Qué aconsejarías a los compañeros que comienzan la formación?

El diaconado es un tiempo muy bonito para reconocer lo sentido y vivido. Para mí el diaconado es un tiempo de gracia, donde necesariamente tengo que volver a ser consciente del llamado primero. El diaconado, como preparación al presbiterado, es tiempo de reposo, para poder ser más conciente de aquello que te ha dado forma. Es reflejar a ese Dios que ha pasado por tu vida y que ahora lo compartes con los demás, y vuelve sobre ti y te enriquece como persona. Tiempo de servicio, tiempo de dar, tiempo de recibir.

A mis compañeros que comienzan la formación aconsejaría que confíen en Dios. Uno entra a la Compañía, en primer lugar, porque ha sentido un día el amor de Dios; y el tiempo de formación es dar forma, dar contenido a ese amor de Dios. Yo les diría que sean capaces de atreverse a volver sobre ellos mismos, de dejarse interpelar por la actuación de Dios, porque Dios ya está actuando en cada uno de nosotros. Querer a la Compañía como madre, porque la compañía confía, te otorga diversos medios, no es mezquina, te ayuda a ordenar tu afectividad, para que prolongues tu labor con mayor realidad. Algunas pocas veces, en ese afán de poder ayudarte, la Compañía será un poco dura; que confíen, que se atrevan a poder reconocer que ese Dios que actúa, solamente quiere ser Dios y para que sea Dios debemos dejar de lado nuestros propios intereses. Reconocer en la historia de la Compañía la presencia de ese Dios que nos llama a trascender.

4. ¿A qué te dedicarás este año?

Voy a terminar mi cuarto año de teología aquí en el Perú. Estoy muy contento de volver a la Provincia. Conversé con dos compañeros: Manuel Diaz Mateos y Edwin Vásquez. Manolo me acampanará en la lectura de algunos textos de teología bíblica, Edwin me acompañará en la lectura y comprensión de algunos textos de teología moral. A la par de esto voy a trabajar en el Colegio de La Inmaculada, seré profesor de religión de quinto de secundaria, espiritual de cuarto y apoyaré en la pastoral. Integro la mesa de trabajo con jóvenes. Esas “pocas cosas”. Me dedicaré a leer, trabajar, y a volver sobre ese amor primero; reconocer que hay muchas cosas por hacer. Me dedicaré también a pensar en cómo vivir el presbiterado.

Marvin Quispe Ochoa, S.J. (Diácono). Nacido en Huanta – Ayacucho, estudió teología en la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá (Colombia). Entrevista realizada personalmente en la Comunidad del Colegio de La Inmaculada.