En la República Democrática del Congo (RDC) la violencia ha recrudecido. El conflicto se reactivó en agosto en la región de Kivu y hasta ahora 250.000 civiles se han visto forzados a huir de sus hogares. Las violaciones tienen lugar de manera sistemática, hasta el punto de que, cada mes, más de 1.000 mujeres denuncian haber sido forzadas sexualmente.

Desde 1998, la guerra ha causado más de 5 millones de muertos y ha afectado a cientos de miles de personas víctimas de enfermedades y del hambre. Hay más de un millón de desplazados en el Este del país. Entre las múltiples causas del conflicto, que involucra a varios países de la región, se encuentran los intereses económicos derivados de la riqueza mineral que tiene esta zona (coltán) y que se disputan entre los distintos grupos armados. Esto, a su vez, es alimentado por las tensiones étnicas históricas ya que en la RDC conviven unas 200 etnias diferentes.

Vivimos un auténtico drama humanitario que, como un genocidio silencioso, se está llevando a cabo bajo los ojos de todos, (…) bajo la mirada impasible de quienes han recibido el mandato de mantener la paz y proteger a la población civil.” En un reciente comunicado, los arzobispos y obispos de la RDC denuncian los intereses económicos detrás de este conflicto y la estrategia para desmembrar este rico país.

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