Papa Francisco: Soñando una Iglesia amazónica

17 febrero 2020

Por Taylor Fulkerson, SJ | Aprox. 3 min. de lectura.

Querido lector,

Seguramente, ya has visto los titulares y el gran alboroto que hicieron. La respuesta del Papa Francisco al Sínodo Amazónico salió hace unos días, y (por ahora) el papa ha declinado tratar los dos temas detrás de los titulares: los sacerdotes casados y las diaconisas.

Tal vez estés decepcionado. Tal vez aliviado. No voy a presumir cuál fue tu reacción, pero te cuento la mía. Yo mismo advertí en un blog anterior que el Sínodo Amazónico no trataba realmente de los sacerdotes casados, sí estuve sorprendido que el Papa Francisco no se atrevió a tomar medidas drásticas. El caso para la ordenación de los viri probati, diáconos casados y comprometidos, parecía ser fuerte, y aún más después del sínodo.

Pero Francisco ha dicho no. No obstante, estuve encantado al escuchar al Santo Padre describir su propio discernimiento. Él era bastante honesto con un grupo de obispos de EE. UU. que estaban de su visita ad limina en Roma: que no sentía que el Espíritu Santo estuviera “trabajando” en esa dirección en este momento.

Así, no Papa Francisco, sino el Espíritu Santo ha dicho no. A pesar de la gran necesidad de más sacerdotes para la Amazonía, no es como el Señor nos invita a caminar a partir de este sínodo. Yo escribí en julio del año pasado que había dos preguntas ante nosotros, las cuales siguen siendo relevantes a mi parecer. Primero, ¿estamos pensando con la Iglesia? Segundo, ¿aceptamos los movimientos insistentes del Espíritu? El Papa Francisco ha aceptado el movimiento del Espíritu. Y su exhortación apostólica, Querida Amazonía, nos invita a pensar con la Iglesia.

¿Qué piensa la Iglesia? El sínodo nos permitió observar las preocupaciones e ideas de la Iglesia amazónica más que nunca, y desde lejos. Las fijaciones en acusaciones de idolatría y amenazas contra el celibato sacerdotal competían para titulares y tuits, convirtiendo el sínodo más en un espectáculo para los que no estuvimos presentes.

Quizás remando contra esta distorsión, el Papa Francisco reflexiona sobre, pero no sobrescribe el documento producido por los obispos. Rehúsa hablar por parte de ellos. Más bien, traza líneas directas entre el corazón de la fe cristiana —que Cristo tomó nuestra carne y nuestra naturaleza— y el ministerio de la Iglesia hoy.

Además, rehúsa simplemente mitigar los problemas en la Amazonía. La actitud de gestionar el declive o de aceptar como suficiente lo que tenemos no es propia de la vida cristiana. Más bien, el Santo Padre sueña con florecimiento social, cultural, ecológico y eclesial. Apuesta que, si contemplamos la Amazonía “con todo su esplendor, su drama, su misterio”, esa contemplación producirá más fruto que nuestro miedo o ansiedad (Querida Amazonía 1).

Como él escribe, “¿Cómo no luchar juntos? ¿Cómo no orar juntos y trabajar codo a codo para defender a los pobres de la Amazonia, para mostrar el rostro santo del Señor y para cuidar su obra creadora?” (Querida Amazonía 110).

La respuesta de Francisco al sínodo es la fe que hace relevancia. En vez de dejar que la relevancia dicte los próximos pasos para nuestra fe, la encarnación de Jesús y el nacimiento de la Iglesia serán nuestros próximos pasos.

Taylor Fulkerson, SJ
Estudiante de la maestría de Historia – Pontificia Univesidad Católica del Perú
Acompañante en la pastoral universitaria de CAPU-PUCP

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