(Foto: PUCP)

Monseñor Gerhard Ludwig Müller, obispo de Ratisbona (Alemania) acaba de ser distinguido como Doctor Honoris Causa por la PUCP en reconocimiento a su fecundo aporte a la teología contemporánea. Mons. Müller, a quien el propio Benedicto XVI encomendó la edición de sus Obras Completas, es un profundo admirador del Perú, país que ha visitado hasta en dieciséis ocasiones y que considera como su segunda patria. Pero la predilección de Mons. Müller por nuestro país no solo radica en su conocimiento de nuestra cultura, sino, sobre todo, en su profundo conocimiento del desarrollo teológico nacido de la experiencia latinoamericana y que Gustavo Gutiérrez llamó “Teología de la Liberación”. De ahí que en su discurso de agradecimiento, Mons. Müller haya deseado subrayar el significado del aporte del teólogo peruano -invitado especial de aquella ceremonia- a su propio desarrollo teológico.

A continuación algunos párrafos del texto que Mons. Müller leyó en la Universidad Católica:

Teología y la realidad peruana:

“Con el seminario con Gustavo Gutiérrez se produjo en mí un giro de la reflexión académica sobre una nueva concepción teológica hacia la experiencia con los hombres para los que había sido desarrollada esa teología”. (…)

“Mi estancia en Perú en 1988 no sólo está ligada al seminario, en el que vi claramente cuál es el punto de partida teológico de la teología de la liberación, sino también al encuentro vivo con los pobres de los que habíamos hablado.

Durante algún tiempo vivimos con los moradores de las barriadas pobres de Lima y después también con los campesinos de la parroquia de Diego Irrarazaval en el lago Titicaca. Desde entonces he estado otras quince veces más en Perú y otros países de Latinoamérica, a veces meses enteros durante las vacaciones de semestre en Alemania. Mi participación en cursillos teológicos… estuvo siempre acompañada de largas semanas de trabajo pastoral en las regiones andinas, especialmente en Lares en la archidiócesis de Cuzco.

Allí los rostros adquirieron un nombre y se convirtieron en amigos personales, experiencia ésta de Comunión universal en el amor a Dios y al prójimo, lo que debe ser la esencia de la Iglesia católica. Finalmente supuso para mí una profunda alegría cuando en el año 2003, en Lares, en la archidiócesis de Cuzco, siendo ya obispo, pude administrar el sacramento de la Confirmación a jóvenes a cuyos padres conocía ya desde hace tiempo y a los que yo mismo había bautizado

De ahí que yo no hable de la teología de la liberación de forma abstracta y teórica ni menos ideológica para halagar al grupo eclesial progresista. De igual modo tampoco temo que ello pueda interpretarse como falta de ortodoxia. La teología de Gustavo Gutiérrez, independiente del ángulo desde el que se mire, es ortodoxa porque es ortopráctica y nos enseña el adecuado actuar cristiano porque procede de la verdadera fe”.

Mons. Müller también habló de la crisis actual:

“Después de la caída del Comunismo establecido pensaron algunos que ahora podía conseguirse el paraíso en la tierra con un capitalismo desenfrenado. Las fuerzas autoreguladoras del mercado a escala mundial traerían por sí mismas el bienestar para todos o al menos para la mayoría. La realidad es muy diferente. No han sido las aparentemente todopoderosas fuerzas del mercado, sino la mera codicia de hombres concretos, las que han provocado la actual crisis financiera mundial, cuyas consecuencias tienen que pagar una vez más los pobres y los más pobres de los pobres, con su vida, su salud, con su muerte prematura; perdidas todas las perspectivas previstas por Dios para ellos.

“Los representantes del liberalismo han defendido en el pasado su imagen del hombre argumentando que no se puede gobernar el mundo con las bienaventuranzas, sin considerar que Jesús no pretende gobernar el mundo sino que el hombre se gobierne a sí mismo, se libere de su codicia y pueda convertirse en ser humano para los demás. Argumentaban que la Iglesia no entendía nada de economía y capitalismo y que si necesariamente quería ser altruista lo hiciera ocupándose de las víctimas del capitalismo. La Iglesia relegada a los hospitales, a las residencias de moribundos pero no (exigiendo) ética a Wallstreet”.

“Aquí se pone de manifiesto de manera espantosa la tragedia de un mundo, de un mercado económico sin normas morales vinculantes. La codicia por el oro y por el dinero sigue siendo hoy causa de la destrucción de valores morales, cuya fuerza para el bien del hombre emana de la única fuente que conduce al hombre a su ser humano y a convertirse en el prójimo de sus semejantes”.

No dejó de referirse a la crisis causada por el terrrorismo en nuestro país:

“Después de tantos decenios de terrorismo y contraterrorismo a espaldas de muchos miles de inocentes, especialmente de la población indígena pobre, se ha creado la Comisión para la Verdad y la Reconciliación dirigida por el profesor Salomón Lerner. Todos ustedes conocen los resultados de las investigaciones. La dimensión de la barbarie puesta de manifiesto es estremecedora”.

“Sólo será posible un nuevo comienzo radical, con un desarrollo que lleve a una sociedad más justa y la garantía de los derechos humanos por parte del Estado. Pero también es necesaria una espiritualidad de los derechos humanos. La mayor aspiración de cada persona, en lo más hondo de su conciencia, deberán ser el concienciarse de la responsabilidad del hombre ante Dios y el espíritu de fraternidad. Sólo así se podrá limitar la codicia por el dinero y el poder como fuente de todo mal. Y si la exculpación y la reconciliación no las concebimos como obra propia sino como don divino y orden de vida, puede crecer en nuestros corazones esa gratitud que presenta la existencia como ser humano para otros como la medida suprema de lo humano, de las posibilidades de desarrollo de cada persona en el esplendor del amor de Dios. Deus caritas est, ésa es la meta y el instrumento de la liberación y la perfección del hombre hacia el Dios Trino”.

Terminó recordando nuestros santos:

“En Perú he hallado dos cristianos en los que se simboliza la añoranza del pueblo por la experiencia de la dignidad imperdible del hombre; santa Rosa de Lima y Martín Porres se han convertido en amigos queridos en los que brillan en su forma última los objetivos de la liberación y la redención”.

El texto completo de Mons. Müller, en el portal de la PUCP >>>
Un Honoris Causa diferente >>>

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