Nuestra formación

El proceso de formación de un jesuita se basa en el equilibrio de cuatro dimensiones: la vida espiritual, la vida comunitaria, la vida de estudios y la vida apostólica. En la Compañía hay dos maneras de vivir la vocación religiosa, como sacerdote o como hermano. Ambos pronuncian los mismos votos al final del Noviciado (pobreza, castidad y obediencia) y siguen la misma formación, salvo que los hermanos se especializan en alguna otra profesión en lugar de profundizar en los estudios de filosofía y teología como lo hacen los futuros sacerdotes. Debido a su dimensión internacional, la Compañía invita a cada jesuita a hacer alguna parte de su formación fuera del país. Las etapas de estudios pueden ser siempre adaptadas a cada proceso personal.

Noviciado

Es la primera etapa de integración a la Compañía y dura dos años. No se trata propiamente de un tiempo de estudios, sino más bien de un tiempo de profundización de la vocación personal. A través de diferentes experiencias el joven novicio es invitado a conocer los fundamentos de la vida religiosa y de la vocación jesuita. Para ello será fundamental empaparse de la espiritualidad ignaciana y conocer la historia así como las Constituciones de la Compañía de Jesús.

Las Humanidades

Hechos los primeros votos, el joven jesuita se traslada a unas de nuestras comunidades de primeros estudios para iniciar su formación intelectual. De acuerdo con la tradición de la Compañía de Jesús, lo primero es cultivar una buena base humanística. Integrado en la vida universitaria el joven jesuita se descubre frente al mundo y su historia. Todo un universo de sensibilidades se abre frente a él: la historia, la literatura, el arte, la música. Esta etapa dura entre uno y dos años.

La Filosofía

La filosofía es la puerta de entrada al mundo de la razón, de la reflexión y el diálogo, de la mano de los grandes pensadores. Así lo fue desde el inicio del cristianismo y así lo sigue siendo. Los estudios de filosofía conducen al estudiante jesuita a confrontarse con las grandes preguntas del ser humano, sobre sí mismo, sobre los demás, sobre el mundo y la trascendencia, animándolo a formular con rigor sus propias preguntas y respuestas.

El Magisterio

No solo de estudios vive el jesuita, quien por el contrario estudia en función de la misión. El magisterio es un tiempo de trabajo apostólico en el que por un periodo de dos años se interrumpen los estudios. Así, el joven “maestrillo” puede ver de cerca lo que significa la vida apostólica de un jesuita, trasladándose a la comunidad de un colegio (de allí el nombre de esta etapa) o a la comunidad de cualquier otra obra de la Compañía.

La Teología

El jesuita es un hombre que sostiene su vida en su relación personal con Dios. Se trata de un hombre que quiere dar testimonio del misterio de la encarnación de Dios en nuestra humanidad. La formación teológica es fundamental, por ello no dura menos de cuatro años. La teología permite conocer la confesión de fe de la Iglesia, para dar razón de ella, para hacerla dialogar con el hombre de hoy, y para ayudar al sacerdote a ejercer su ministerio con discreción y caridad, así como con solidez teológica.

La Tercera Probación

En esta última etapa, el jesuita, sacerdote o hermano, es invitado a volver a vivir una experiencia cercana a la del Noviciado durante algunos meses. Es un tiempo para volver a leer los documentos fundacionales de la Compañía. Es un tiempo para hacer una vez más el mes de Ejercicios Espirituales (la primera vez es durante el Noviciado) y un tiempo de trabajo pastoral antes de incorporarse definitivamente al cuerpo de la Compañía de Jesús. Luego de la Tercera Probación, el jesuita hace los últimos votos.