Sentir la vida de nuestro planeta

8 septiembre 2019

Por Iván Avalos, SJ | Aprox. 5 min. de lectura.

Detenerse a pensar acerca del aire, el agua, la luz, el sonido, la materia, la naturaleza o la vida en general no es algo que hagamos comúnmente. Por ejemplo, durante el tiempo de colegio se estudian materias de ciencias que permiten comprender la composición de una molécula de agua, la mezcla de gases en el aire, las características físicas para que se produzca el sonido, el fenómeno tan particular de la velocidad de la luz y los estados de la materia. Difíciles de olvidar son los esfuerzos realizados por entender la disposición de la martirizadora y conocida “tabla periódica de elementos químicos”. Y así, paso a paso, hasta llegar a tener una idea aproximada de la sorprendente complejidad de la vida humana. No es que hayamos terminado esta etapa siendo expertos en física de la tierra o en ciencias de la vida, pero sí obtuvimos algunas bases para comprender ciertos fenómenos naturales como las tormentas, el granizo, el movimiento de las placas tectónicas de la tierra, las corrientes de agua, los huracanes, el magnetismo de la tierra, las erupciones volcánicas, los cambios climáticos, el calentamiento global, entre muchos otros.

Se dice que los niños y los científicos son los que verdaderamente ponen atención y aprenden, porque contemplan los detalles de lo que observan. Por tanto, con una actitud parecida ¿Puede una mirada contemplativa apreciar la vida propia que tiene nuestro planeta?

Si por un momento y, con la ayuda de la imaginación, pudiésemos ubicarnos muy lejos de la tierra y percibir cuantos sucesos naturales ocurren al día, sería más que suficiente para apreciar los órganos vitales de nuestro planeta. Hace algunos días, los incendios forestales en la selva tropical de la Amazonia han puesto a la vista lo vulnerables y sensibles que pueden ser estos órganos vitales. El papa Francisco refiriéndose a estos incendios ha dicho: “Ese pulmón forestal es vital para nuestro planeta”. Es evidente la preocupación por la Amazonia y la ecología Integral por parte de la de Iglesia Católica como lo indica  el documento preparatorio de la Asamblea Especial para el Sínodo de los Obispos sobre la región Panamazónica:

“La cuenca amazónica supone para nuestro planeta una de las mayores reservas de biodiversidad (30 a 50% de la flora y fauna del mundo), de agua dulce (20% de agua dulce no congelada de todo el planeta), posee más de un tercio de los bosques primarios del planeta y, aunque los océanos son los mayores captadores de carbono, no por ello la labor de captura de carbono de la Amazonía deja de ser significativa. Son más de siete millones y medio de kilómetros cuadrados, con nueve países que comparten este gran bioma (Brasil, Bolivia, Colombia, Ecuador, Guyana, Perú, Surinam, Venezuela, incluyendo la Guyana Francesa como territorio ultramar)”.

 

Por otra parte, dándole vueltas a la idea de “comprender la vida propia de nuestro planeta para cuidarlo y respetarlo” he encontrado un video en el canal de YouTube “Date un Vlog” del conocido físico Javier Santaolalla sobre “El Amazonas en llamas”. Casi al final del video él menciona:

“El mundo es global, lo que requiere de acciones globales en una sociedad única, una civilización mundial planetaria, que se preocupe por la situación de todo el planeta. Y es que los retos que plantea este siglo, el siglo XXI, requiere de una actitud muy diferente; la de una humanidad con carácter global, que piense de forma colectiva en cuidar y respetar todas las formas de vida de este planeta. De cuidar y respetar toda la tierra”.

Entonces ¿Qué podemos hacer para aportar nuestro granito de arena si pensamos en cuidar y respetar nuestro planeta? Una vía inicial podría ser buscar y reflexionar sobre temas de biodiversidad, ecosistema o vida en general. Pero ¿en qué aspectos te gustaría poner mayor atención, al estilo niño/científico? ¿El fuego, la basura, los plásticos, la contaminación, lo reciclable, el uso del agua, el cuidado de los animales, los mares, los océanos, lo cuántico, los tipos de energías renovables, la tecnología o la industria? En definitiva ¿Nos sentimos parte de este planeta vivo capaz de ser contemplado y habitado?


Diego Iván Ávalos , SJ
Estudiante de Filosofía – Universidad Antonio Ruiz de Montoya
Acompañante de Misiones Universitarias CAPU-PUCP

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