La magia del aprendizaje
Por Diego Iván Ávalos, SJ | Aprox. 5 min. de lectura.
En una reunión hace un tiempo por el feriado de carnavales en Ecuador (con las medidas de seguridad correspondientes), nos encontramos varios familiares, entre ellos, un primo conocido como el “ilusionista Kenneth”, el cual se dedicaba a hacer trucos de magia en sus tiempos libres, con su juego de cartas, y sus “ases mágicos”. Durante casi dos horas este arte del ilusionismo fue el centro de atención de todos los presentes.
Pensando luego en las sensaciones y las emociones que produce el presenciar estos trucos de magia busqué la definición de la palabra “asombro” y encontré que: “Según el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española definimos asombro como una sensación de sorpresa, extrañeza, espanto o admiración. En cualquier caso, el asombro en la filosofía se ha concebido como el primer momento de la misma o como aquello que motiva e impulsa hacia la reflexión filosófica”.
De acuerdo con esto, y haciendo memoria sobre el sentir asombro, recordé, los espectáculos artísticos en el Circo, el sinnúmero de presentaciones acrobáticas de corte casi imposible de hacer por humanos normales, o las aventuras del domador de leones en la “jaula mortal”. También las memorables obras de teatro que pasan fácilmente de diálogos comunes a crear emociones y afectos muy acordes al argumento de la obra. Creo que, de alguna manera, las impresiones que nos dejan las experiencias son las que más se recuerda.
En este sentido, en estos meses, colaborando en el área de Matemáticas y Proyecto de Vida de una Institución Educativa, he podido aplicar mejor un conjunto de prácticas pedagógicas utilizadas para dar soporte a varios proyectos de Innovación Educativa. Las propuestas de innovación y sus correspondientes ejes pedagógicos me han suscitado la pregunta: ¿Cómo lograr el asombro en el ámbito educativo donde se puedan crear vínculos colaborativos y de aprendizaje con sentido?
En el proceso de aprendizaje se resalta la importancia de la “enseñanza para la comprensión”, y de este modo, se sitúa también a la persona como portador de un centro o núcleo vital que le permite desplegar, entre otros aspectos, el interés por la cultura del pensamiento, la comprensión de las emociones tanto a nivel personal como grupal, y el desarrollo de las “inteligencias múltiples”, (teoría propuesta por Howard Gardner, que señala el reconocimiento de la diversidad de habilidades y capacidades). A modo de analogía me parece que estas serían como los tres ases del juego de cartas que harían posible la magia del aprendizaje.
La estrategia educativa que, a partir del año 1993, se adopta en las instituciones educativas de la Compañía de Jesús se conoce como el “Paradigma Pedagógico Ignaciano”. Esta pedagogía aplicable a cualquier área del conocimiento propone cinco fases a desarrollar en todo proceso de enseñanza y aprendizaje. El contexto, la experiencia, la reflexión, la acción, y la evaluación se muestran como elementos dinámicos de un modo concreto de proceder, los cuales vendrían a operar como instrumento que gestiona y articula los mencionados ases con el objetivo de hacer posible, y de ampliar la magia del aprendizaje.
Uno de los espacios virtuales más creativo en el ámbito educativo ha sido las “casas abiertas”. Este esfuerzo por la cooperación y la interacción entre profesores y alumnos ha permitido poner a la vista proyectos disciplinarios e interdisciplinarios en varias áreas del conocimiento. Por ejemplo, a partir del juego de ajedrez, y el razonamiento lógico, se ha conseguido reflexionar acerca de la toma de decisiones en la vida ordinaria, y con ello, reconocer el valioso aporte de esta técnica de aprendizaje que hace uso de los juegos conocida como “gamificación”. En varias salas virtuales, mediante retos interdisciplinarios, se ha observado habilidades y destrezas de los participantes que simplemente han dejado constancia de que las limitaciones de la virtualidad no han apartado el agrado y el asombro de lo que produce comprender algo nuevo.
La perspectiva actual de la enseñanza/aprendizaje y sus nuevos horizontes, van poniendo en las manos del estudiante el quehacer y la misión. Aprendiendo entre otras cosas a elegir, a reencontrar el sentido a la vida, a reconocerse a uno mismo mejor, a discernir lo que sucede a nuestro alrededor, y consecuentemente, mientras se opte por un proyecto de vida que vaya continuamente hacia el servicio, y hacia los demás, se habrá producido la magia del aprendizaje.
Diego Iván Ávalos, SJ
Maestrillo en Unidad Educativa San Felipe Neri
Riobamba – Ecuador
Lee otros textos de Diego Iván aquí
Comentarios recientes